La reina de la casa
Madre
La Candelaria
Calle 12 # 5 - 83
Comida italiana
La sazón: 4
La atención: 3,7
La ambientación: 4,4
La relación costo/beneficio: 3,9
Precio promedio por persona: 30 - 40 mil
Después de cruzar un minúsculo paseo comercial de esmeraldas se asoma la barra de una heladería —Blanco, de los mismos dueños, tiene un helado de Hendricks por el que volveré— que comparte su rústica pared de zinc con Madre. Una puerta roja de bodega anuncia la entrada al restaurante: dentro, un recinto grande e iluminado; el techo altísimo y un rock suave crean un ambiente de soltura y distensión.
La cocina con su horno de leña se divisa al fondo y el bar en el medio; hay numerosas mesas pegadas a la pared en fila, y unas cuantas más en el centro; además, hay una pequeña salita donde uno puede tomarse algo y esperar a que se desocupe algún puesto.
Muertos del hambre, G, B y yo solicitamos el antipasto Basquiat (16.000) apenas nos sentamos. Tenía una gruesa salsa casera de tomate, queso mozzarella derretido y unas berenjenas que sentí medio babosas: ciertamente, el pan con pesto contrarrestaba muy bien esta textura y le dió al plato el toque herbal que necesitaba.
No sé si me soñé que el bar de Madre era muy famoso o qué, pero cuando pregunté qué cocteles tenían, un mesero me informó que solo preparaban recetas clásicas. Pedí un Gin Tonic (23.000) y ¡ni siquiera me dejaron escoger la ginebra — cabe aclarar que la botella de Hendricks que ven ahí es un florero—! No estaba feo, pero era muy pequeño y sufrí un poquito su decoración silvestre: con todas esas flores, la pimienta parecía tierra. Después de esa fatalidad, no pedí más trago.
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Preguntamos por el plato de temporada que, en el momento, era un Lomo de cerdo (30.000): nos llamó la atención y lo escogimos. Los cascos de papa de acompañamiento tenían un leve dejo a romero, combinaban muy bien con el pesto y estaban en su punto; la ensalada era simple y fresca. La carne de cerdo tenía un increíble sabor, sin embargo nos decepcionó que estuviera tan seca y dura.
Según la mesera, el plato estrella de Madre era la pizza María Antonia (29.000). Por un momento, dudé de la sensatez del restaurante: ¿porqué su mejor plato sería la típica pizza de prosciutto y rúgula? Mis compañeros querían igual probarla, así que la pedimos y, chicos... me tocó morderme la lengua. Era una pizza generosísima, la rúgula era de una amargura equilibrada, el prosciutto maduro, con personalidad y una pasta de tomate casera que hacía agua la boca: todo esto aderezado con un buen parmesano. La masa era delgada y aterciopelada; su borde tostado tenía todo el sabor del horno de leña. Dios existe.
El Sánduche de salmón (23.000) fue nuestro tercer plato. Aunque el pan no era especialmente memorable, había un fabuloso maridaje de las consistencias y los sabores del salmón ahumado y tierno, los vegetales frescos y el toquecito de queso azul. Las papitas criollas que lo acompañaban, firmes y arenosas, estaban magníficamente tostadas.
Estábamos tan antojados de postre que pedimos lo que había sobrado de los fuertes para llevar —que, déjenme decirles, no era poco—. Tuvimos que pedir el Helado frito (9.000) porque era lo único que quedaba. Aunque no le tenía mucha fe, salió bien: a pesar de estar sumamente líquido, estoy segura que es el helado de Ron con pasas más rico que he probado (asumiría que lo pueden probar en Blanco) y armonizaba con la costra crujiente y delgada.
Si bien es un restaurante ajetreado y el servicio no es extraordinario, Madre es un lugar para disfrutar. Mi consejo es que pidan mucha pizza.
Calificaciones de los otros comensales
B: 4 "Deliciosa la pizza."
G: 4,5 "Una serie de sabores inigualables."
Tips viejecitos
Reserven o prepárense para esperar. Aunque miren esa salita: no es tan grave, ¿no cierto?
Tienen servicio de cocina entre semana hasta las 11 p.m. y en fin de semana hasta las 2 a.m., es un gran lugar para nocturnear.
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